¿Puede la IA crear su Propia Tierra Media? El Test de Tolkien vs. el de Turing

Alexio Cogni
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¿Por qué la tecnología no puede competir con la creatividad humana?

La inteligencia artificial (IA) se evalúa regularmente con el clásico test de Turing, pero una publicación reciente sugiere que quizás el test de Turing es obsoleto para los modelos modernos. En cambio, se propone el llamado “test de Tolkien”, que se centra en una comprensión más profunda de la creatividad y la inteligencia.

Este test se basa en el legado del profesor de Oxford, John R. R. Tolkien, quien no solo escribió «El Señor de los Anillos», sino que también dedicó décadas a la creación de mundos complejos con culturas, idiomas y mitologías únicos.

Sobre el Test de Tolkien

El Test de Tolkien: una prueba de comprensión de la cultura humana
Descubriendo la profundidad de la inteligencia artificial con el Test de Tolkien

Para Tolkien, la creatividad no era simplemente una expresión de fantasía; él creía que los humanos eran «cocreadores», reflejando el acto de creación divino. En su ensayo «Sobre los cuentos de hadas«, él argumenta que la creatividad es parte integral de la naturaleza humana, expresada en arte, arquitectura e ingeniería. En este contexto, surge la pregunta: ¿puede la IA acercarse al nivel de creatividad demostrado por Tolkien en su Tierra Media?

Los analistas enfatizan que la IA sigue siendo solo una herramienta creada por el hombre y, por lo tanto, no puede ir más allá de los algoritmos de software y los datos en los que se entrena. Según John Hartley, la creatividad de la IA no puede ser verdaderamente original, ya que los modelos siguen estando sujetos a la inteligencia humana.

El «test de Tolkien» para la IA se propone como una forma de comprobar la capacidad de «crear» una obra verdaderamente original, independiente de las obras y conceptos existentes, como lo hizo Tolkien al crear toda una familia de idiomas ficticios para los pueblos de su mundo.

Hartley también enfatiza que la verdadera creatividad está relacionada con la conciencia y la comprensión del significado, algo que la IA carece. Aunque los algoritmos pueden reproducir construcciones lingüísticas, sus acciones permanecen dentro de los datos e instrucciones preestablecidos, sin expresar una idea o sentimiento auténtico.

Se argumenta que la creatividad humana se basa en el sentimiento, la conciencia y el significado, características que la IA no puede reproducir en su totalidad. Los humanos, a diferencia de las máquinas, pueden elegir cómo y qué crear, ya sean obras de arte como «Guerra y Paz» o logros arquitectónicos como las modernas megalópolis.

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